El territorio del pueblo Awá es uno de los puntos con mayor diversidad biológica del mundo. Nuestras mujeres Awá cumplen un rol fundamental en su protección. Con el apoyo del Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos – CEPF y Patrimonio Natural, un grupo de guardianas implementan estrategias para la conservación de la biodiversidad. En el Día Internacional de la Mujer Indígena, nuestro pueblo resalta su liderazgo en la defensa del territorio.

Nuestro pueblo indígena inkal Awá habita, desde tiempos remotos, un majestuoso paisaje que se extiende por los departamentos de Nariño y Putumayo (suroccidente de Colombia) y por las provincias de Esmeraldas, Carchi, Sucumbíos e Imbabura (noreste de Ecuador). Las montañas, bosques y ríos que integran nuestro territorio son el reflejo de la región donde se asientan: el Chocó biogeográfico, una de las áreas más biodiversas del planeta.
La selva donde se desarrolla nuestra vida se caracteriza por la presencia de diferentes especies de flora y fauna de carácter endémico y la confluencia de fuentes hídricas que abastecen a las comunidades que las rodean, permitiendo a su vez el desarrollo de prácticas alimenticias, recreativas y medicinales propias de nuestra cultura.
Por esto último, el territorio, que en lengua propia llamamos ‘Katsa Su’, es más que un espacio geográfico ecológicamente rico; es principalmente un escenario social, cultural y ambiental que resulta vital para la pervivencia de nuestro pueblo Awá, puesto que aquí se encuentra el origen y el argumento de nuestra existencia e identidad. De allí que los mayores y mayoras insistan en que “Sin la selva, el Awá no es Awá”.
“El Katsa Su es importante porque, desde nuestra cosmovisión, es un ser viviente que representa la integralidad, la conexión que tenemos con la creación y la madre naturaleza. (…) Protegerlo es un compromiso ancestral, porque es proteger también nuestra vida como gente de la selva, como inkal Awá”, expresa Claudia Jimena Pai, lideresa Awá que ha caminado por el territorio en defensa de los derechos humanos y territoriales de nuestro pueblo.
Actualmente, ella es la coordinadora de la Gran Familia Awá Binacional – GFAB, escenario que reúne a las cuatro organizaciones en las que se agrupa el pueblo Awá de Colombia y Ecuador: la Federación de Centros Awá del Ecuador – FCAE, la Unidad Indígena del Pueblo Awá – UNIPA, el Cabildo Mayor Awá de Ricaurte – CAMAWARI y la Asociación de Cabildos Indígenas del Pueblo Awá del Putumayo – ACIPAP.
Históricamente, nuestra Gran Familia Awá ha luchado por la protección integral del territorio y por la defensa de los derechos colectivos que poseemos, pues hemos
enfrentado situaciones y presiones que resultan cada vez mayores: la tala indiscriminada, la expansión de cultivos ilícitos, la minería ilegal, el derrame de hidrocarburos, la contaminación de ríos y el cambio climático.

A estos factores se ha sumado la presencia de actores armados, cuyo accionar viene amenazando el equilibrio de los ecosistemas, la relación que tenemos con la selva y, directamente, nuestras vidas como inkal Awá, convirtiéndonos en un pueblo en riesgo de exterminio físico y cultural, como lo señala el Auto 004 de 2009 de la Corte Constitucional de Colombia.
En medio de este contexto, nuestras mujeres Awá han desempeñado un papel trascendental, no solo porque se han encargado de trasmitir los saberes, consejos y prácticas para el cuidado de la vida en toda su amplitud, sino también porque han impulsado como guardias indígenas, lideresas y autoridades diferentes procesos que fortalecen la gobernanza territorial y ambiental que nuestro Katsa Su requiere.
“Nosotras como mujeres Awá, como Ashampa”, reafirma Claudia, “somos las que trasmitimos todo ese legado ancestral que nos ha permitido seguir aquí, (…) y somos las que estamos apostando por el Wat Uzan, nuestro Vivir bonito, desde las iniciativas artesanales, culturales, económicas y ambientales que hemos emprendido de forma armoniosa con nuestro cosmoambiente y con toda nuestra biodiversidad”.
Una de las apuestas más importantes y recientes, en ese sentido, es el proyecto ‘Promoviendo la conservación de la biodiversidad y la inclusión de Género en el territorio Awá, Colombia’ gestado por la Gran Familia Awá de Colombia con el apoyo del Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos – CEPF y el Fondo Patrimonio Natural.
En ese marco, un grupo de mujeres Awá pertenecientes a los resguardos de Cuayquer del Alto Albí (municipio de Barbacoas), Nulpe Medio Alto Río San Juan (municipio de Ricaurte) e Ishu Awá (municipio de Ipiales) ha liderado la implementación de diferentes estrategias para la preservación de especies amenazadas, especialmente, anfibios y aves; combinando la memoria cultural que atesoran desde niñas con los conocimientos, las técnicas y las herramientas propias del área científica.
Dentro de las acciones en las que participaron activamente nuestras mujeres Awá, se encuentran 3 recorridos diurnos y nocturnos realizados en los resguardos mencionados. Esta actividad congregó a 15 guardianas alrededor de la identificación de la biodiversidad presente, lo que permitió fortalecer nuestra conexión con la selva, registrar un total de 280 especies, entre aves, mamíferos, anfibios y reptiles, y avanzar con la nominación como KBA de zonas indispensables para el equilibrio ecológico y la vida de especies propias y en riesgo de desaparecer.

Cabe destacar que este proceso de caracterización biológica comenzó en el año 2022, contando con el apoyo de CEPF, de manera que en esta etapa se dio continuidad al reconocimiento de nuestro territorio y al fortalecimiento de la
gobernanza ambiental de los resguardos priorizados. Asimismo, para la nominación de áreas KBA se contó con el apoyo del Instituto Alexander Von Humboldt.
Susana Guanga, guardiana del Resguardo Nulpe Medio, recuerda estos recorridos así: “Durante la visita realizamos una caminata por diferentes senderos, lo que nos permitió reconocer paisajes, árboles nativos, animales silvestres y la fauna propia, que para nosotros es importante conservar y proteger como parte del compromiso que tenemos como guardianes de la selva, de la montaña”.
De igual forma, nuestras mujeres Awá abanderaron la elaboración e instalación de 30 perchas artificiales para aves, a través de las cuales se busca atraer a estas especies y recuperar progresivamente las zonas afectadas por la deforestación en los 3 resguardos. También, han estado al frente, junto a un equipo técnico, para la realización de monitoreos bimensuales de fuentes hídricas consideradas clave tanto para nuestras comunidades como para las especies priorizadas dentro de este proyecto.
“En nuestro resguardo hemos venido trabajando en prácticas de conservación. Frente al agua, hemos tomado muestras en las quebradas del territorio para ver el pH, la temperatura y la conductividad, lo que ha sido muy importante porque nos ha permitido saber que, hasta el momento, tenemos un agua saludable”, comenta Cristina Bisbicus, una las guardianas del Resguardo Cuayquer del Alto Albí.
Así como ella, otras mujeres de los territorios de Nulpe Medio e Ishú Awá han participado en 11 espacios de formación y aplicación de acciones de reconocimiento, restauración pasiva, prevención y vigilancia, vinculando en ese camino a los niños, niñas y jóvenes que las suceden, con el propósito de enseñarles a cuidar cada rincón de la montaña, porque saben que cada vida lo vale.
“Ha sido importante para nosotros este proceso porque nos ha servido para ver cómo está nuestra biodiversidad y qué lugares tenemos conservados. Ese caminar, observar, escuchar y aprender ha motivado a señoritas y jóvenes a seguir protegiendo nuestro territorio y a replicar los conocimientos en sus comunidades”, sostiene nuestra lideresa.

Los saberes ancestrales, el compromiso con el territorio y la capacidad de liderazgo de nuestras mujeres Awá se reflejan en cada paso que dan y en cada palabra que posicionan en escenarios comunitarios. El Plan de Acción para la Conservación de la biodiversidad amenazada, impulsado dentro del proyecto apoyado por CEPF, es otro ejemplo de ello.
En esta hoja ruta, sus miradas, sus saberes y sus experiencias en torno a la preservación, se entretejen tanto con los consejos que guiaron a nuestros mayores y mayoras, como con prácticas contemporáneas necesarias para protección de la madre naturaleza; constituyendo, en suma, una reafirmación de nuestra identidad y de larga lucha que hemos librado como pueblo originario.
“Por décadas nuestra Gran Familia inkal Awá ha estado protegiendo el territorio. Nuestras placentas, nuestros ombligos, están en esta tierra para no olvidarnos de lo que somos y de dónde venimos. Como guardianas y guardianes de nuestro buen vivir estamos llamados a continuar salvaguardando física, espiritual y culturalmente nuestra Casa grande y toda su biodiversidad, para que las futuras generaciones sepan dónde están sus raíces y no pierdan su cultura”, expresa Claudia con la convicción de quien defiende lo que ama.
Ella, Susana, Cristina y todas nuestras mujeres Awá tienen claro que el camino hacia la conservación integral de nuestro territorio y hacia una gobernanza ambiental plena, es una carrera de largo aliento con muchos riesgos y retos, teniendo en cuenta el complejo contexto de desigualdad y violencia que carcome a la región.
No obstante, ese significativo e indisoluble vínculo con la madre tierra, las lleva a mantenerse firmes en su labor de defensoras, porque sueñan, como todo nuestro pueblo, con un territorio donde la vida en sus múltiples expresiones y la identidad inkal Awá puedan perdurar más allá de las fronteras.
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