- Una de las dos fincas ganaderas que el Estado le entregó al Pueblo Inga para constituir el Resguardo de Albania en Villagarzón, Putumayo fue destinada a la restauración y conservación.
- Las mujeres indígenas encabezan el repoblamiento del hoy llamado Centro de Conservación Nukanchipa Maskarigridiru, en el resguardo indígena Inga de Albania.
- 5.000 árboles y 1.000 esquejes de plantas alimenticias restauran la selva amazónica en una iniciativa, apoyada por el Pilar Indígena de Visión Amazonía (PIVA).
Noticia publicada por Visión Amazonía.
El Resguardo de Albania ubicado en Villagarzón, Putumayo se conformó con dos fincas ganaderas que el Estado hace aproximadamente 24 años les otorgó después de un proceso de restitución tras la violencia y el desplazamiento que sufrieron sus antepasados.
Una de esas fincas es el lugar donde construyeron sus vivendas, la otra, desde hace 20 años la están transformando en el Centro de Conservación Nukanchipa Maskarigridiru, que significa “nuestro vivir”. Desde el 2003 decidieron acabar con la ganadería e invertir en la reforestación y restauración del lugar. Empezaron la reforestación con la siembra de algunas especies de árboles y arbustos, pero reconocen que, en esta labor, la misma selva ayudó.
Para llegar a sus casas, en verano pueden usar la carretera, pero en invierno deben ingresar a pie por el Centro de Conservación, caminando aproximadamente 4 kilómetros en medio de la selva, que fue potrero. En la temporada de lluvias es más difícil el acceso y por eso decidieron trabajar en minga y construir un camino en medio de esa selva que ya está recuperada. Ese camino hizo del centro de transformación un lugar mágico para conseguir alimentos e interactuar con la naturaleza.
Los recorridos por la selva
El Resguardo de Albania está conformado por un importante número de familias donde la mayoría son mujeres, y quienes hace años se turnan el cargo de gobernadoras, porque como dice la gobernadora, “las mujeres somos más organizadas, los hombres se encargan del trabajo que requiere fuerza y nosotras lideramos”.
Para ir en busca de alimento y materias primas, los miembros de la comunidad Inga de Albania acuden al bosque expectantes por la fortuna que les depara la madre naturaleza. En la espesura amazónica, este pueblo indígena siempre encuentra cualquier cosa que les sea menester, especialmente, lo que respecta a plantas alimenticias y medicinales. Solo basta con saber buscar.
Pero, ¿y si el conocimiento sobre dónde y cómo recolectar estas plantas se pierde? ¿Qué sucede si estos saberes no son transmitidos por los abuelos de la comunidad a las nuevas generaciones?
Las respuestas y soluciones las tuvo el grupo de mujeres ingas, al desarrollar el proyecto que contó con el respaldo del Pilar Indígena de Visión Amazonía (PIVA).
El repoblamiento del Centro de Conservación Nukanchipa Maskarigridiru que aporta activamente a la seguridad alimentaria de su comunidad y la preservación de las plantas cuyas fibras dan forma a los elementos que perpetúan su cultura, eran la meta.
Con la siembra de 5.000 plántulas y 1.000 esquejes (trozo de tallo, hoja o raíz que es cortado y plantado directamente en la tierra), las mujeres se propusieron crear un auténtico “supermercado”, su propia huerta, con todo lo necesario para el bienestar de las familias.
Como lo cuenta Jasbleidy Olivo Desance, indígena inga, gobernadora y una de las lideresas de este proyecto, “en la comunidad queríamos un lugar que lo tuviera todo, lo comparábamos con un supermercado, por eso, creamos un gran vivero donde estén todas esas plantas alimenticias, medicinales y artesanales; además, donde se guarden semillas y se pueda educar a niños y jóvenes sobre cómo reproducir, plantar y cosechar estas especies”.
Así, el Centro de Conservación Nukanchipa Maskarigridiru se convirtió en un lugar de encuentro donde las familias obtienen los frutos comestibles, las semillas, las fibras para las artesanías e, incluso, las plantas medicinales que requieren en su día a día.
“Puedes ir a relajarte en este lugar, porque estamos sembrando plantas que, cuando florecen, sueltan perfumes muy agradables que relajan”, narra con orgullo la gobernadora.
Este lugar, que está reverdeciendo en las manos de mujeres ingas, también fue resultado de actividades como las llamadas “mingas comunitarias”, donde niños, jóvenes y ancianos de la comunidad recorrían juntos el bosque para entender las condiciones y cuidados que requiere la flora ancestral que tanto atesoran.
“Antes, íbamos al bosque a buscar palma de milpesos, la naturaleza nos la daba y nunca la habíamos sembrado. Pero quisimos avanzar y pensar cómo podemos cultivarla nosotros mismos; por eso, experimentamos mucho con los cogollos, y como experiencia exitosa, encontramos la forma correcta para que la palma nazca y crezca muy bien”, añade la lideresa inga.
Liderazgo de la mujer indígena
El Centro de Conservación Nukanchipa Maskarigridiru es un espacio de 84 hectáreas con un imperdible camino de piedra que lo conecta con el resto del territorio inga. Los logros allí conseguidos tienen tanto valor para el pueblo inga de Albania que sus miembros ahora piensan en transformarlo en un centro etnoturístico donde se reciban a los visitantes interesados en conocer más de este caso de éxito de seguridad alimentaria, gobernanza indígena y, por supuesto, de liderazgo femenino.
“El fortalecimiento de las mujeres fue muy notorio. Las mujeres fueron responsables y lideraron este proyecto, en toda la parte logística, administrativa, en la convocatoria. Al principio, muchas mujeres escondían la mano y no querían participar; decían que “yo no puedo” o “no me siento capaz” pero entonces les dijimos “tú me apoyas y yo te apoyo”. Ese nuevo liderazgo de las mujeres indígenas ya se refleja en nuestros procesos comunitarios”, concluye la gobernadora del Resguardo Inga de Albania.