En lo alto de las montañas del Valle del Cauca, comunidades locales entonan un canto por la vida. Lideran acciones de conservación en el Bosque de San Antonio/km18, un Área Clave de Biodiversidad (KBA), combinando acuerdos voluntarios, monitoreo participativo y bioemprendimientos. Esta estrategia – respaldada por el CEPF, Patrimonio Natural – fortalece economías locales y promueve una nueva forma de habitar el bosque.

La niebla desciende suave sobre las montañas entre Cali, Yumbo, La Cumbre y Dagua, en el Valle del Cauca, Colombia. Allí, donde el agua nace entre musgos y helechos, la vida susurra bajito, pero resiste con fuerza. El Bosque de San Antonio, reconocido como Área Clave de Biodiversidad (KBA por sus siglas en inglés), es mucho más que un punto en el mapa: es un territorio vivo, hogar de especies únicas como la rana duende de Ruíz (Strabomantis ruizi) y el laurel almanegra (Magnolia mahechae), ambas clasificadas como En Peligro (EN) por la UICN.
Desde hace más de siete años, la Corporación para la Gestión Ambiental Biodiversa labora de la mano con los actores comunitarios e institucionales en la conservación de este importante ecosistema para enfrentar amenazas como la deforestación, por la expansión urbana y agropecuaria, el inadecuado manejo de los sistemas productivos, entre otros.
Uno de los logros alcanzados ha sido la construcción de la Política Pública para la Conservación y Uso Sostenible del KBA Bosque de San Antonio/Km18, con participación comunitaria y adoptada por los municipios de Dagua y La Cumbre, es hoy una hoja de ruta concreta para conservar y hacer uso sostenible en 2378.1 hectáreas del muncipio de La Cumbre y 6415.2 hectáreas del municipio de Dagua.
Asimismo se ha fortalecido el monitoreo participativo de la rana duende de Ruíz, como una forma de interpretar la salud de los ecosistemas y su biodiversidad, contribuyendo además con la generación de datos para tomar decisiones con base científica y comunitaria.
Antes de finalizar el 2025, bajo la estrategia de ‘Canto a la Biodiversidad’ se espera consolidar el liderazgo activo y comprometido de 40 líderes comunitarios fortalecidos en temas de sostenibilidad, mercadeo, herramientas para el manejo del paisaje y tecnológicas digitales para la observación y seguimiento de cambios en el hábitat en 1200 hectáreas bajo acuerdos comunitarios de conservación. Además, se busca consolidar una red viva de mujeres liderezas con voz y poder transformador en el cuidado del territorio.
Finalmente, se proyecta declarar un área protegida en la cuenca alta del río Dagua, zona clave para el equilibio ecológico y el desarrollo socioeconómico del suroccidente colombiano.
Las mujeres: guardianas del territorio

En esta historia de conservación, las mujeres son protagonistas: cuidan, siembran y enseñan. Son faros de cambio y guardianas del futuro, con un compromiso que se refleja en su constancia y participación activa en los 30 encuentros comunitarios realizados entre enero y abril, enfocados en fortalecer capacidades para facilitar la gobernanza territorial,
con registros de participación promedio de 15 personas por evento, de los cuales el 67% corresponde a mujeres.
En estos espacios, la comunidad se apropió del conocimiento y tomó decisiones clave para la delimitación, zonificación y definición del régimen de uso en cuatro áreas de cada municipio, las cuales quedarán bajo acuerdos de conservación comunitaria.
A nivel institucional, se llevaron a cabo dos reuniones con la Alcaldía de Dagua y la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) para articular los métodos y el acompañamiento para el desarrollo de la fase diagnóstica en el proceso de declaratoria del área protegida.
Con las alcaldías de los cuatro municipios se han sostenido al menos siete reuniones de articulación. Estas han tenido como objetivo promover la adopción de la Política por parte de Cali y Yumbo, su implementación en Dagua y La Cumbre, y socializar avances del proceso de declaratoria.
Desde comienzos del año, el equipo técnico recorrió veredas y caminos para identificar bioemprendimientos con liderazgo femenino. Así fue como conocimos historias inspiradoras vinculadas a la conservación, como, por ejemplo: Daniela García y sus padres, quienes lideran ‘Alas de los Alpes’, un bioemprendimiento de turismo de naturaleza en Dagua Km/18, con manifestaciones de compromiso por la conservación con sus propios recursos.
Tatiana Correa y su padre, Rafael, son los guardianes de la reserva natural El Porvenir, ubicada en el corregimiento de La Elvira de Cali. Su compromiso con la conservación se ha mantenido por años y se profundizó durante la pandemia, cuando se refugiaron en la reserva y convivieron con una familia de búhos carinegros (Strix nigrolineata).
Al igual que ellos, otros cuatro bioemprendimientos fueron identificados y caracterizados con base en la norma ISO 14000. Se identificaron las necesidades que pueden potenciar las actividades productivas sostenibles, con el fin de mejorar los ingresos de las mujeres y sus familias. Además, se fortalecieron las capacidades de mujeres y hombres de la comunidad en el uso de herramientas de marketing digital.
Actualmente, más de 25 líderes comunitarios de la zona rural son acompañados con formación en marketing digital y sostenibilidad. La apuesta es clara: fortalecer los saberes tradicionales y dinamizar la economía local con herramientas contemporáneas, generando ingresos mientras se protege el entorno natural.
Un canto colectivo que se hace acción a través de modelos sostenibles de conservación
Más que una estrategia ambiental, ‘Canto a la Biodiversidad’ es una apuesta cultural y territorial que reconoce a las comunidades como protagonistas de la conservación. Es una red de voces que se unen para proteger el agua, restaurar saberes, fortalecer economías locales, consolidar modelos sostenibles de conservación en bioemprendimientos y construir gobernanza desde lo local.
Desde la niebla del bosque andino, las comunidades demuestran que conservar también es una forma de vivir mejor. Este canto a la biodiversidad nace del compromiso profundo de quienes habitan las montañas del Valle del Cauca y cuenta con el respaldo del Fondo
de Alianzas para Ecosistemas Críticos (CEPF), el Fondo Patrimonio Natural, el Gobierno de Canadá y otros aliados estratégicos.
Acerca del CEPF
El Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos es una iniciativa conjunta de la Agencia Francesa de Desarrollo, Conservación Internacional, la Unión Europea, la Fundación Hans Wilsdorf, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, el Gobierno de Canadá, el Gobierno de Japón y el Banco Mundial. En los Andes Tropicales, el programa es financiado por el Gobierno de Canadá a través de Asuntos Globales Canadá, con el propósito de fortalecer la sociedad civil en la conservación de la diversidad biológica.
Redacción: Equipo técnico Corporación Biodiversa
Fotografía: Nicolás Salamanca – Corporación Biodiversa
Revisión: Equipo RIT AT- Colombia